Por Sandra Tovorovsky
Según la Organización Mundial de la Salud el crecimiento de la población adulta mayor trae consigo inevitablemente un aumento de enfermedades, siendo considerada la depresión, el principal problema de salud mental que enfrentará el mundo del futuro.
Hoy por frenar la propagación del Coronavirus, las rutinas diarias se ven interrumpidas, y el aislamiento social afecta a todas las personas pero agrava la situación en nuestros mayores. El cierre preventivo de los Centros de Jubilados, Centros Culturales, lugares de esparcimiento, dificulta el contacto con todos aquellos mayores, que encontraron en esos sitios comunicación con sus pares y actividades de estimulación cognitiva, que generaban un ejercicio cotidiano que mantenía sus cerebros activos.
Sentimientos de angustia, tristeza, desesperanza, impotencia, son producto de las limitaciones a las cuales se ven expuestos. Siempre decimos que la soledad es mala consejera, pero en nuestra Tercera y Cuarta edad, la frase toma más sentido. Muchos de ellos conviven con la familia, y otros se encuentran solos, esperando que sus hijos o nietos pasen a visitarlos.
Considerando que hoy ellos son el eslabón más vulnerable, y es necesario que permanezcan en sus casas, nos encontramos con un nuevo escenario, en primer lugar las personas que viven solas y necesitan del llamado de sus hijos o nietos, y depende de ellos para poder abastecerse en sus necesidades primarias. En segundo lugar los hijos y nietos que conviven con sus padres, y la falta de paciencia y malos tratos, producto del estar compartiendo espacios en común durante muchos días de encierro.
En el ámbito familiar, el tipo de violencia que mayoritariamente se ejerce contra los adultos mayores es el maltrato psicológico en un 95% (insultos, humillaciones, desvalorización, amenazas y rechazos).
Según Naciones Unidas, se estima que en Argentina y Chile más de 33.600 adultos mayores sufren algún tipo de violencia dentro del seno familiar. Los victimarios, en general, son del entorno más cercano de la víctima.
La OMS en la “Declaración de Toronto”, define los malos tratos a personas mayores como “La acción única o repetida, o la falta de la respuesta apropiada, que causa daño o angustia a una persona mayor y que ocurre dentro de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza”.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la ley 5420 de Prevención y Protección Integral contra Abuso y Maltrato de los Adultos Mayores, fue un gran avance al control y cuidados de nuestros mayores. En esta ley se promueve las actividades intergeneracionales, la protección integral desde una perspectiva interdisciplinaria, la inclusión, recursos para evitar el abuso y el maltrato.
El nuevo desafío que enfrentamos es encontrar los medios para que en esta crisis que nos afecta a todos, podamos hacer un seguimiento en los hogares de nuestros mayores.
Es necesario generar una eficiente red de prestación que cuente con un equipo multidisciplinario que encare en forma articulada las políticas de salud y de servicios sociales para dar contención al Adulto Mayor. Hay mucho desconcierto, preguntas que no tienen respuestas, y un grupo de la población que nos necesita.