En el marco del 1° Encuentro Internacional Ciudades y Sociedades Sostenibles organizado por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) Y ONU Hábitat, participamos de un laboratorio sobre estrategias de diseño urbano. Durante el mismo la Secretaria de Planeación de la Ciudad de Bogotá, Úrsula Ablanque, compartió con los presentes la experiencia “Entornos Escolares Inspiradores”, recientemente implementada en esa ciudad.
Dicha iniciativa se propone trabajar en la transformación de los entornos escolares con el objetivo de “recuperar la ciudad para los niños” mediante tres líneas de acción; seguridad, prevención y contención de violencias; mejoramiento del espacio público; y promoción de procesos comunitarios.
Con esta experiencia como disparador, se propuso a los asistentes pensar una política pública que fuera posible bajar al territorio, partiendo de la identificación de una necesidad y el consiguiente diagnóstico. En tal sentido, como resultado del debate, surgió una realidad compleja cuyas múltiples variables es necesario atender: la de las familias que se trasladan a diario desde diversas localidades del AMBA para llevar a sus hijos a escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires.
De un análisis rápido surgen en primer lugar aquellos factores que a priori aparentan ser de posible resolución en el corto plazo. La recuperación y mejora de los entornos por los que circulan diariamente los niños y sus familias en términos de movilidad, seguridad, iluminación e higiene son los más urgentes.
Hace algunos años la Ciudad de Buenos Aires cedió al Municipio de Vicente López unos terrenos sobre Av. Maipú para la construcción de una terminal de colectivos de corta y media y distancia que permitiera ordenar el tránsito y la circulación de personas, mejorando las condiciones de seguridad e higiene en la zona. Sin perjuicio del impacto positivo de esta obra, que sería importante replicar en otros accesos a la ciudad, creemos oportuno un cambio de perspectiva que transforme estos entornos más en centros de trasbordo que en terminales, facilitando la interconexión entre las jurisdicciones y poniendo especial atención en la mejora de los espacios que hacen al último tramo que los ciudadanos deben transitar hasta sus hogares.
Pero profundizando el análisis surgen otras cuestiones de mayor complejidad que deberían ser puestas en el centro de la discusión pública y repensadas en el mediano y largo plazo por los gobiernos locales involucrados.
En primer lugar es importante considerar los motivos por los que las familias toman esta opción (elegir para sus hijos una escuela muy distante de sus hogares). Más allá de quienes lo hacen movidos por cuestiones propias de la organización familiar (por ej. por cercanía al trabajo de los padres), es indiscutible que existen otros motivos que van desde la infraestructura educativa a la capacitación docente, con marcadas diferencias entre ambas jurisdicciones (CABA y PBA).
Por otra parte es necesario considerar el impacto que esta realidad tiene en la vida de las personas y en la dinámica del AMBA. Cuestiones tales como escasez de vacantes en nivel inicial, colapso del tránsito y el transporte en los ingresos a CABA y otras que hacen a la calidad de vida de los ciudadanos que resignan tiempo libre por las grandes distancias que deben recorrer, invierten gran parte de sus ingresos en traslados y, pensando especialmente en niños y adolescentes, pierden autonomía por los riesgos implícitos de recorrer grandes distancias y ven partido en dos su centro de vida, entre los dos mundos que implica su barrio y su escuela. Sumado a los diversos factores ya enunciados, cabe también mencionar el impacto ambiental por incremento de traslados, la dificultad para insertarse en el mercado laboral para quien cumple las tareas de cuidado, en general mujeres, por el tiempo que los mismos insumen y la inevitable consecuencia social ya que es claro que son los sectores más vulnerables de la sociedad quienes más sufren las consecuencias de esta realidad que observamos con preocupación.
Es tiempo de atrevernos a pensar un esquema solidario de cooperación interjurisdiccional mediante el cual se logre equilibrar las diferencias existentes en la oferta educativa entre CABA y el resto del área metropolitana, y no considerarlo un gasto sino una inversión en pos de una mejora general en las condiciones de vida de quienes habitan el AMBA.
Como conclusión, se trata de un tema complejo que debe ser atendido por los gobiernos involucrados con una mirada integral y que necesariamente debe ser puesto en el centro de la agenda por quien se encuentra en mejor posición para acercar soluciones por sus mayores recursos: la Ciudad de Buenos Aires.
Carolina Grimoldi/Ciudadanía Metropolitana