Ciudadanía Metropolitana

Línea F de Subte: ¿un avance necesario o una prioridad cuestionable para Buenos Aires?

El anuncio del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA) sobre el inicio de las obras de la Línea F del Subte en el Presupuesto 2026 ha generado un intenso debate entre expertos en transporte y urbanismo. Con una asignación inicial de $285.000 millones y un costo total estimado entre US$1.350 y US$1.500 millones, esta obra se perfila como una de las mayores inversiones en infraestructura urbana del país, prometiendo unir Barracas con Palermo para 2031 en su primera etapa.

Sin embargo, detrás del entusiasmo por la expansión de la red, se alzan voces críticas que cuestionan la planificación, la viabilidad y las prioridades de este megaproyecto, especialmente en lo que respecta a la conectividad y la inclusión de paradas estratégicas.

Argumentos a Favor: una necesidad histórica y estratégica

Existe un consenso generalizado entre los especialistas sobre la necesidad de expandir la red de subtes de la Ciudad. Expertos como el arquitecto y urbanista Andrés Borthagaray señalan que la red actual ha quedado rezagada y que la Línea F es crucial, no solo por su potencial para descongestionar la Línea C, sino también porque su traza transversal ayudaría a descentralizar el sistema.

Su capacidad para conectar todas las líneas existentes y dos ferrocarriles (Roca y San Martín) es vista como una mejora estratégica que evitaría a miles de pasajeros tener que llegar al centro para hacer combinaciones, facilitando el traslado norte-sur y mejorando la calidad de vida de los ciudadanos.

Se estima que transportará a más de 300 mil pasajeros diarios, convirtiéndose en una de las líneas más utilizadas.

  • Recorrido: Unirá los barrios de Barracas y Palermo, con una extensión total de 9,8 kilómetros.
  • Estaciones: Contará con 12 estaciones:
    • Brandsen
    • Constitución
    • Cochabamba
    • Chile
    • Congreso
    • Corrientes
    • Santa Fe/Pizzurno
    • Recoleta
    • Pueyrredón/Hospital Rivadavia
    • Parque Las Heras / Coronel Díaz
    • Plaza Italia/Ecoparque
    • Pacífico

 

Las Voces Críticas: Viabilidad, Planificación Deficiente y la Ausencia de Estaciones Vitales

Los cuestionamientos de los expertos son numerosos y profundos con respecto a la construcción de la nueva línea de subterráneos. Una de las críticas más recurrentes es la falta de estudios y proyectos completos. Se ha calificado el anuncio como un posible “anuncio electoralista”, dado que la documentación técnica necesaria para una obra de esta magnitud no estaría lista, generando dudas sobre la seriedad y el cronograma.

Un punto central de debate es la concepción de la Línea F como una “línea expresa” o “servicio descompresor” de la Línea C y H, en lugar de una línea convencional, con paradas frecuentes. Esta reducción en el número de estaciones respecto al proyecto original (se habla de la ausencia de paradas en California, Juncal y Salguero, además de otras que podrían ser cruciales para la conectividad local) prioriza la velocidad sobre la conexión barrial.

Esta decisión genera preocupación, ya que una línea de subte no solo debe ser eficiente en el traslado rápido, sino también servir como un medio de transporte que integre y conecte de manera efectiva a los barrios y sus puntos de interés.

La falta de una estación en las cercanías de un centro de salud de la magnitud del Hospital Garrahan, por ejemplo, representa una omisión significativa que podría afectar a miles de pacientes, familiares y personal médico que dependen del transporte público para trasladarse.

Otro de los aspectos cuestionados tiene que ver con la viabilidad de la construcción en ciertas zonas de la ciudad. Se ha advertido sobre las “enormes dificultades y costos” de construir túneles en áreas como Congreso, donde hay que sortear túneles preexistentes (como el túnel de 1912), lo que podría duplicar el costo real. Incluso se ha mencionado la posibilidad de que la traza se realice en forma de viaducto en zonas como Avenida Montes de Oca, algo que modificaría sustancialmente el proyecto original y generaría nuevos desafíos urbanísticos.

La complejidad de construir en estas zonas y el largo tiempo estimado para la finalización de la Fase 1 (hasta 2030 para solo 6 km de subte) contrastan con el ritmo de construcción en otros países, lo que acentúa el escepticismo sobre la gestión del proyecto.

La falta de un Plan General y prioridades olvidadas

Más allá de estas observaciones, la crítica más contundente de los expertos se centra en la aparente falta de un plan general y de prioridades claras en la política de transporte del GCBA, que carece de una mirada metropolitana.

Muchos sostienen que, antes de embarcarse en una obra faraónica como la Línea F, se debería potenciar la infraestructura existente. La no terminación de la Línea H, con estaciones clave abandonadas como Retiro en el norte y Dr. Antonio Sáenz en el sur (crucial para la conexión con el Tren Belgrano Sur y la descongestión del Microcentro), es un ejemplo paradigmático de esta falta de priorización. La extensión de la Línea H a Sáenz es considerada por muchos como “la clave de absolutamente todo” para la movilidad de la zona sur, permitiendo a miles de usuarios del tren Belgrano Sur llegar a otras zonas de la ciudad sin saturar el Microcentro.

Asimismo, la presentación de dos líneas de TramBUS eléctrico (T1 y T2) como “soluciones transversales” ha sido recibida con escepticismo, calificándolas como “colectivos gordos con facha” que no ofrecen la capacidad ni la eficiencia del subte, y que incluso anulan la necesidad de la Línea I en su trazado.

Expertos académicos, incluso, han propuesto proyectos alternativos como un tranvía que uniría Barracas con Ciudad Universitaria (Núñez), como una opción más viable ante la demora crónica del proyecto.

También suma a las críticas sobre la gestión del proyecto la discusión sobre el uso de la metodología “llave en mano”, considerada por algunos como más costosa para el Estado.

Por último, la falta de participación ciudadana en la planificación del proyecto, a pesar de lo establecido en la Constitución porteña, y la recurrencia de anuncios de obras en proximidad a elecciones, alimentan la percepción de que las motivaciones políticas podrían estar primando sobre una planificación cuidadosa y a largo plazo.

En conclusión, si bien la Línea F es una necesidad largamente esperada para la Ciudad, la forma en que se presenta y ejecuta el proyecto, con cambios en el trazado, la reducción de estaciones clave que limitan la conectividad local, cuestionamientos a la viabilidad, y una aparente falta de priorización de obras pendientes como la finalización de la Línea H, genera un escepticismo justificado entre los expertos.

Nadie pone en cuestionamiento que la expansión de la red de subtes es vital, pero debería hacerse con una planificación integral, transparente y que responda a las necesidades más urgentes y estratégicas de la movilidad metropolitana, asegurando que cada estación contribuya a una conectividad genuina y al bienestar de los ciudadanos.

Leticia Piris/Ciudadanía Metropolitana