La planificación de urbes y territorios ya no puede basarse en una foto fija del futuro. Hacen falta métodos flexibles para responder a un futuro difícil de prever, según José Fariña Tojo en una nota publicada por el Blog Seres Urbanos del Diario El País.
En 2015 ya alertábamos en un libro de la necesidad de impulsar una serie de acciones, tanto para detener (o por lo menos ralentizar) el cambio climático, como para adaptar ciudades y territorios a las nuevas condiciones. Entonces ya se veía que era necesario cambiar las bases según las cuales se planificaban y organizaban las ciudades para hacer posible una vida digna, adaptándolas a lo que ya se ha convertido en una la crisis climática. En particular, para ciudades emergentes, sobre todo de África y, en parte, de América Latina, ya que en algunos casos la crisis climática les está llegando antes y con mayor virulencia.
Pero es complicado cambiar las inercias. Sobre todo, si esas inercias van acompañadas de intereses creados.