Oriol Estela, Coordinador General del Plan Estratégico de Barcelona, reflexiona en esta nota publicada en “El Periódico” sobre la relación entre la dimensión metropolitana y la relación sobre las propuestas que se presentan a nivel municipal. “Debemos reclamar que se pongan sobre la mesa propuestas de coordinación en aquellos aspectos más esenciales del funcionamiento de la metrópoli: movilidad, vivienda, lucha contra el cambio climático, desarrollo económico, espacio público”.
Una vez más, la 12ª desde el fin de la dictadura, nos encontramos a las puertas de unas elecciones municipales. El primer escalón de la democracia representativa, el más cercano a la ciudadanía. Aquel que debe atender a las necesidades más inmediatas. Pero también aquel del que emanan otros niveles de gobierno supramunicipal con gran impacto, no siempre visible ni bien entendido, en nuestras vidas cotidianas: las diputaciones, los consejos comarcales o el Área Metropolitana de Barcelona (AMB).
Tomando como referente la famosa frase de José Ángel Cuerda, alcalde de Vitoria entre 1979 y 1999, “donde terminan nuestras competencias, comienzan nuestras incumbencias”, cabe decir que, aparte de existir hoy en día unas competencias metropolitanas en manos del AMB, no menores y aún por explotar plenamente, la dimensión metropolitana es de una incumbencia vital para los municipios y las personas que viven en ella.
La gestación del AMB, como sabemos, fue un largo y complejo proceso. Una década antes de la aprobación de la ley que le daba forma, el Plan Estratégico Barcelona 2000 ya pasó a ser Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB), contribuyendo a preparar el terreno para una futura gobernanza de núcleo de la metrópoli construyendo una estrategia compartida. Hoy, el Compromiso Metropolitano 2030, sexto plan estratégico que elabora el PEMB, anticipa de nuevo una estrategia compartida en este caso para la región metropolitana. Pero, sobre todo, lo que persigue es dar a entender que el hecho metropolitano es ineludible y que debe buscar fórmulas para acomodarse a la dimensión de los retos a los que nos enfrentamos, independientemente de las diversas capas administrativas que hemos ido adoptando, y en ocasiones superponiendo, a lo largo del tiempo.
Ante las elecciones municipales debemos reclamar que al menos se pongan sobre la mesa los diversos posicionamientos y propuestas de coordinación en aquellos aspectos más esenciales del funcionamiento de la metrópoli: movilidad, vivienda, lucha contra el cambio climático, desarrollo económico, espacio público… Porque lo que se haga desde la ciudad de Barcelona tendrá efectos sobre Granollers o Sitges, pero también lo que hagan Sant Cugat, Mataró o Molins de Rei.
En estas semanas, pues, que se deben ir preparando los programas marco de los partidos cara a las elecciones municipales, esperamos que haya espacio para esta cuestión, e incluso programas específicamente metropolitanos, sean para el AMB (administración catalana con el tercer presupuesto más elevado), sean para la actuación sobre el conjunto de la ciudad real, la región metropolitana (sin administración específica de este alcance): la ciudad de los cinco millones de habitantes. Nuestra fijación en la campaña de las elecciones municipales será, pues, interpelar a las candidaturas: “Y la dimensión metropolitana, ¿qué?”.
Fuente: El Periódico